Los dioses siempre insatisfechos, pronto comentaron a quejarse, de que la luz del fuego era insuficiente, solo bastaba para alumbrar un pequeño despacio, fuera de el, todo seguía siendo penumbras y tinieblas. Además el calor, también era escaso para todos aquellos que se alejaban del manto protector del fuego.
Así que hubo necesidad de una cuarta reunión, en ella los dioses discutieron la necesidad de construir un sol, un cuerpo inmenso de fuego que llenase todos los espacios de la tierra de luz y de calor. De entre ellos, alguno comento que existía un candidato perfecto para convertirse en el sol, un pequeño dios niño, quien se divertía jugando con una rueda, la cuál tenía las figuras de los dioses principales; el niño lanzaba al aire la rueda y con su arco la flechaba, sin errar tiro. Los dioses asintieron en que los dones del niño le convertían en el candidato ideal para convertirse en el sol, que con el calor y luz de su fuego incandescente les procuraría felicidad a dioses y seres vivos sobre la tierra. Los dioses más sabios, los conocedores enviaron a varios de entre ellos a atraparlo, sin embargo, al igual que les sucedió con el fuego, el niño se les escapaba graciosamente convirtiéndose en todos los animales imaginables del mundo, hasta que a alguno de ellos se le ocurrió preguntarle que aceptaría a cambio de cumplir sus deseos. El niño pidió una ceremonia especial de toda la vida y una peregrinación a Wirikuta ( Sitio ubicado en Real de Catorce). Una vez que el niño se dejo atrapar con la promesa de los dioses, de cumplir su petición, estos intentaron arrojarlo en una enorme hoguera, que habían preparado, para que el se convirtiera en sol. El niño les dijo que no era necesario, que el conocía su destino y sabía lo que debía hacer para lograrlo. Dirigiéndose hacia ellos les dijo - escuchen mis pasos, y para que vean que no les estoy mintiendo, en este momento me voy a arrojar en la hoguera. Dando un enorme brinco se proyecto de sur a norte, y luego en sentido inverso. Para acto seguido brincar de oriente a poniente y en sentido contrario, cayendo finalmente en el centro de la hoguera, tal y como lo pudieron constatar, los conocedores, quienes le escucharon cada una de las veces que cayo en los cinco puntos cardinales. Fue en el quinto impacto que despareció, pero no sin antes decirles que esperasen por el sol en Wirikuta, sitio que desde entonces se le llama “el cerro quemado”. En ese lugar esperaron pacientemente los dioses, y cuando finalmente los primeros rayos del sol aparecieron tras el cerro, todo el lugar se ilumino y los poderosos rayos comenzaron a quemar cuanto objeto se encontraba allí, ello fue porque el sol estaba demasiado cerca. Entonces los dioses le pidieron al venado (Tamatsi Kahauyumarie) que lo retirara y así lo hizo, empujándole vigorosamente con sus cuernos lo alejo lentamente hasta el sitio correcto, desde donde cumple su misión cotidianamente. Dicen los viejos chamanes que al ver la luz del sol, muchos de los animales acostumbrados a la oscuridad, corrieron a esconderse, algunos en el mar como los peces y calamares; otros debajo de las piedras como son las serpientes y alacranes, sitios en los que aún moran.
Pareciera que esta historia debiera terminar felizmente con la satisfacción total de todos los dioses con todos estos importantes logros, sin embargo, la naturaleza perfeccionista y descontenta de los dioses, muy rápido volvió a manifestarse, y al ver los dioses, como se elevaba el sol por los cielos, empezaron a discutir sobre cómo le llamarían a esa bola enorme que los asombraba llenándolos de calor, dándoles tanta luz como la que ellos deseaban: así el dios gallo dijo.- Tataxari, que significa viene saliendo, y hasta la fecha lo sigue repitiendo obstinadamente, cada día antes de que el sol salga; El guajolote que pudo admirarlo en toda su belleza una vez que hubo salido, dijo.- tau, tau, tau, y hasta la fecha es la forma en que lo llaman los huicholes. Así pues el sol se llama tau, pero su nombre original según lo mara’akate es Tawexikia, historia que es parte de otro capítulo...
Así que hubo necesidad de una cuarta reunión, en ella los dioses discutieron la necesidad de construir un sol, un cuerpo inmenso de fuego que llenase todos los espacios de la tierra de luz y de calor. De entre ellos, alguno comento que existía un candidato perfecto para convertirse en el sol, un pequeño dios niño, quien se divertía jugando con una rueda, la cuál tenía las figuras de los dioses principales; el niño lanzaba al aire la rueda y con su arco la flechaba, sin errar tiro. Los dioses asintieron en que los dones del niño le convertían en el candidato ideal para convertirse en el sol, que con el calor y luz de su fuego incandescente les procuraría felicidad a dioses y seres vivos sobre la tierra. Los dioses más sabios, los conocedores enviaron a varios de entre ellos a atraparlo, sin embargo, al igual que les sucedió con el fuego, el niño se les escapaba graciosamente convirtiéndose en todos los animales imaginables del mundo, hasta que a alguno de ellos se le ocurrió preguntarle que aceptaría a cambio de cumplir sus deseos. El niño pidió una ceremonia especial de toda la vida y una peregrinación a Wirikuta ( Sitio ubicado en Real de Catorce). Una vez que el niño se dejo atrapar con la promesa de los dioses, de cumplir su petición, estos intentaron arrojarlo en una enorme hoguera, que habían preparado, para que el se convirtiera en sol. El niño les dijo que no era necesario, que el conocía su destino y sabía lo que debía hacer para lograrlo. Dirigiéndose hacia ellos les dijo - escuchen mis pasos, y para que vean que no les estoy mintiendo, en este momento me voy a arrojar en la hoguera. Dando un enorme brinco se proyecto de sur a norte, y luego en sentido inverso. Para acto seguido brincar de oriente a poniente y en sentido contrario, cayendo finalmente en el centro de la hoguera, tal y como lo pudieron constatar, los conocedores, quienes le escucharon cada una de las veces que cayo en los cinco puntos cardinales. Fue en el quinto impacto que despareció, pero no sin antes decirles que esperasen por el sol en Wirikuta, sitio que desde entonces se le llama “el cerro quemado”. En ese lugar esperaron pacientemente los dioses, y cuando finalmente los primeros rayos del sol aparecieron tras el cerro, todo el lugar se ilumino y los poderosos rayos comenzaron a quemar cuanto objeto se encontraba allí, ello fue porque el sol estaba demasiado cerca. Entonces los dioses le pidieron al venado (Tamatsi Kahauyumarie) que lo retirara y así lo hizo, empujándole vigorosamente con sus cuernos lo alejo lentamente hasta el sitio correcto, desde donde cumple su misión cotidianamente. Dicen los viejos chamanes que al ver la luz del sol, muchos de los animales acostumbrados a la oscuridad, corrieron a esconderse, algunos en el mar como los peces y calamares; otros debajo de las piedras como son las serpientes y alacranes, sitios en los que aún moran.
Pareciera que esta historia debiera terminar felizmente con la satisfacción total de todos los dioses con todos estos importantes logros, sin embargo, la naturaleza perfeccionista y descontenta de los dioses, muy rápido volvió a manifestarse, y al ver los dioses, como se elevaba el sol por los cielos, empezaron a discutir sobre cómo le llamarían a esa bola enorme que los asombraba llenándolos de calor, dándoles tanta luz como la que ellos deseaban: así el dios gallo dijo.- Tataxari, que significa viene saliendo, y hasta la fecha lo sigue repitiendo obstinadamente, cada día antes de que el sol salga; El guajolote que pudo admirarlo en toda su belleza una vez que hubo salido, dijo.- tau, tau, tau, y hasta la fecha es la forma en que lo llaman los huicholes. Así pues el sol se llama tau, pero su nombre original según lo mara’akate es Tawexikia, historia que es parte de otro capítulo...
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