TODOS TENEMOS NUESTRO CINCO DE MAYO
Son Las 11 y 20 de la noche, mi esposa está llegando de trabajar. Está cansada, aunque no lo diga, lo sé, está cansada, pero no es un cansancio físico, no es el cansancio que se repara con un buen sueño o un fin de semana de relax; no! es un cansancio sin remedio, un cansancio que agobia el alma, que lastima el espíritu y es que, en su trabajo no hay respeto ni hay trato digno para quienes quieren darle valor a lo que hacen para ganarse la vida, para quienes quieren dar lo más y lo mejor de lo que son capaces sin importar que muchas cosas estén mal por hábito y por costumbre, sin importar que todo alrededor te diga que debes de ser mediocre, dócil y sumiso; por ello ahora más que nunca recuerdo ese cinco de mayo que ya ha perdido su verdadero significado para convertirse en una fiesta de vendimia y mercaderes.El cinco de mayo mexicano, es un símbolo de lucha y resistencia, de saber que hay esperanzas, de realidades y porvenires libres de tiranos y de sátrapas. Nuestro cinco de mayo es un recordatorio de que en unidad se pueden lograr cambios que mejoren nuestras vidas, nuestro cinco de mayo fue una lucha como la de David contra Goliat dónde la determinación y el coraje, se impuso a obstáculos que parecían insalvables.Los franceses entonces, nuestros pequeños problemas personales hoy, por ello le digo a mi esposa que todo estará bien, que más que una fiesta para disfrutar es un momento para reflexionar y decidir hacia dónde y como, pero ella ya no me escucha, se ha quedado dormida, intentará recuperar energías para ponerse nuevamente en pié, para reanudar su lucha, su pequeño y personal cinco de mayo, el día de hoy o cualquier otro día de mañana.
TODOS SOMOS MEXICANOS. Me gusta el trabajo de la fábrica, el esfuerzo físico que tanto bien le hace a mi descuidado organismo, la relación intima, casi simbiótica con la máquina; me gusta sentirme como el apéndice que piensa, late y siente en un espacio de producción acompasado por el hacer de los músculos. Toda vez que establecemos el equilibrio entre lo que la máquina nos reclama y lo que nuestra laboriosidad aporta ya no es necesario estar allí, al menos espiritualmente, es entonces cuando tus actividades son realizadas automáticamente sin la intervención de la conciencia a la que puedes dejar volar y estar en donde quieras estar y con quien quieras estar, pero puedes si lo deseas, abrir otra ventana también y prestar atención a lo que sucede en lo inmediato, en lo que te rodea a la caras tristes de tus compañeros de trabajo, al cansancio, al desaliento. Cierto día ese estado de introspección que atrapa a mi mente fue interrumpido por un alboroto y es que, mis compañeros cansados de tanta arbitrariedad y atropellos, se dirigieron a su supervisor; un indio americano encumbrado en un poder para el que no tenía ni capacidad ni costumbre y cuando le reclamaron una a una todas las injusticias que se habían verificado bajo su indolente autoridad en ese momento tuvo un momento de claridad y santa iluminación y alcanzó a soltar una frase que dejó desarmados y boquiabiertos a mis compatriotas y queriendo decir; yo también he sufrido la discriminación y la injusticia, la pobreza, la subordinación, el hambre...solo atinó a decir: ¡ Yo también soy mexicano!